Este es el capítulo introductorio de una serie de artículos sobre educación que se publicarán regularmente, como contribución de la comunidad bahá’í del Ecuador a la urgente reflexión sobre uno de los grandes desafíos que tendrá que enfrentar la humanidad a partir de ahora –un tiempo marcado inevitablemente por la pandemia de la Covid 19– si aspira
“A organizar los asuntos relacionados con la alimentación y la salud del cuerpo; que la inspire a avanzar en el conocimiento, la invención y los descubrimientos y, sobre todo, que le infunda la vida del espíritu”
Propósitos últimos de todo proceso educativo serio. En estos artículos se abordará un marco conceptual de educación basado íntegramente en las Enseñanzas de Bahá’u’lláh, el “Educador de la humanidad” como se llamó a Sí mismo y llamó a los demás Mensajeros Divinos: Abraham, Cristo, Buda, Moisés, Zoroastro y Mahoma.
En consecuencia, el ser humano requiere ser educado de manera igualmente integral, esto es, con una educación que se ocupe de la adquisición de virtudes y perfecciones divinas para que llegue a ser “imagen y semejanza de Dios”; que, por otra parte, le permita contribuir a la civilización y el progreso, es decir al desarrollo de la administración y el gobierno, el comercio, las artes y los oficios, los descubrimientos, la ciencia y los inventos, y que, por último, se preocupe del cuerpo físico y la armonía de las emociones, la alimentación, la salud física y la comodidad.
Los artículos propondrán respuestas a sendos interrogantes que muchas familias y las educadoras y educadores consagrados al servicio de la humanidad se plantean incesantemente y para los cuales, por lo general, no encuentran respuestas significativas más allá de filosofías, teorías y experimentos que se ponen de moda de tiempo en tiempo y luego pasan sin haber logrado su propósito: construir unidad de visión y pensamiento sobre la naturaleza esencial de los seres humanos y, sobre la educación que estos seres humanos –“ramas del mismo árbol” y “flores de un mismo jardín”– requieren a lo largo de la vida para desarrollar sus infinitas potencialidades latentes. En la base de esta tribulación, se encuentran “los prejuicios en todas sus formas –religiosos, raciales, de género, étnicos, económicos– que destruyen la estructura de la humanidad y están en oposición a los mandatos de Dios”.
A partir de la próxima entrada, compartiremos las Enseñanzas de Bahá’u’lláh sobre la educación y, basados en ellas, propondremos respuestas a interrogantes sobre el doble propósito de la educación; la corresponsabilidad de las familias, las comunidades y los gobiernos en la tarea, y la perspectiva histórica dentro de la cual deberá ser asumida. También sobre el papel central de las niñas en esta causa; sobre las relaciones esenciales entre los seres humanos y la naturaleza, entre individuos y grupos, al interior de las familias y entre el ser humano y las instituciones de la sociedad, y sobre la educación como el camino hacia el desarrollo sistemático de las potencialidades humanas. Sobre la necesidad de trascendencia; el enfoque en el servicio, la cooperación y la formación del carácter, todo puesto en la perspectiva de la construcción de unidad en diversidad.
El entusiasmo por servir a los niños aumentó en el barrio y varios de los jóvenes que viven ahí también se han animado a capacitarse para ser maestros en sus cuadras. Los padres de familia han visto a que sus hijos son más respetuosos, solidarios y disciplinados y están interesados en apoyar esta iniciativa.
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