José, de 18 años, acaba de graduarse de la secundaria. Varios meses atrás comenzó a observar en su barrio el entorno y peligros que estaban rodeando a los prejóvenes de entre 12 y 15 años de edad. “Vi que necesitaban de mí; no podía dejarlos solos”.
José recordó su etapa de prejoven y cómo había sido acompañado por un joven de su barrio a temprana edad. Por ello, decidió dar el mismo paso para rendir este servicio y tomó los cursos que ofrece la comunidad Bahá’í. Al poco tiempo de haberse capacitado, visitó a los prejóvenes de su barrio y formó su grupo prejuvenil.
“Con ellos hacemos varias actividades juntos, ya no están solos”. Realizan proyectos de arte y sirven en su barrio con actos de limpieza en las calles. En reuniones semanales, tienen la oportunidad de desarrollar habilidades de lenguaje, lectura y reflexión sobre el entorno que les rodea y cómo pueden contribuir a su mejoramiento.
José también visita a los padres de los prejóvenes de su barrio, quienes cada vez tienen más confianza en el programa y ven cómo sus hijos están siendo influenciados positivamente por el grupo prejuvenil y el nivel de reflexión que están obteniendo.
La oportunidad de servir no es sólo para José. Varios jóvenes en su barrio están sirviendo a los prejóvenes y contribuyendo al mejoramiento de su comunidad. El servicio a los demás ha inspirado en José un sentido de esperanza: ver que la construcción de una comunidad diferente es posible gracias a las decisiones que se propone y a desarrollar el potencial de los prejóvenes.
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